La Batalla
Al despuntar el sol el 12 de febrero de 1813, a eso de
las 7:00 de la mañana, las avanzadas republicanas ubicadas en El Pantanero
divisan a las fuerzas de Morales que se aproximan por el sur y el oeste del
pueblo, el primer contacto entre las avanzadas se da una hora después. Rápidamente
las fuerzas de Morales obligan al repliegue de los defensores y toman el
control de las posiciones en torno al río Aragua y las alturas de El Calvario y
El Pantanero, los republicanos se retiran dentro del perímetro defensivo que
han construido en torno a las edificaciones del poblado, con epicentro en la
plaza mayor.
El historiador
Venezolano Héctor Bencomo Barrios, describe en su obra El General en Jefe José Félix Ribas la batalla en estos términos:
La magnífica
barrera de fuegos de artillería y fusilería, unida a los obstáculos existentes,
habían hecho de la plaza mayor un verdadero baluarte. Nueve veces cargó la
caballería enemiga y otras tantas fue rechazada con energía, porque la posición
era prácticamente intomable por fuerzas de caballería. Morales, enceguecido por
su ignorancia táctica y por su sed de sangre no podía darse cuenta y con
obstinación trataba de arrollar a los republicanos…
Por su parte, Edgar
Esteves Gonzales, en su obra Batallas de
Venezuela 1810-1824 la describe de la siguiente manera:
Los infantes buscan protegerse detrás de cualquier
parapeto que encuentren, tratando de contener las cargas de caballería que se
suceden como oleadas incesantes, una tras otra, sin dar descanso a los
republicanos. Los efectivos de Morales atacan una y otra vez con terquedad
mientras los imberbes defensores van cayendo uno a uno…
Juan Vicente González, en su biografía del General José
Félix Ribas, publicada en La Revista
Literaria, en 1865, nos narra, citando a la Gaceta de Caracas número 42,
que:
…nueve veces volvió
a la carga Morales, rechazado nueve veces; comenzó la lucha a las ocho de la
mañana, y se luchó a los alrededores de la población, y se luchó en las calles,
adonde penetraron al fin las hordas enemigas; y se peleó desde la plaza, donde
reconcentró el formidable jefe, incierto de Socorro, seguro de sí y confiado en
su fortuna. A caballo en medio de sus soldados, los alienta e impele; él se
halla en todos los puntos; detiene y fatiga las fuerzas enemigas. Hubo en su
ojo, en su palabra, una centella que brilló en aquellos momentos sombríos; su
mirada esforzaba a los corazones. Tres veces cae a sus pies el caballo que
monta; mil rayos se cruzan al derredor del plumaje que sombrea su cabeza,
blanco de todos los tiros, heroicamente apuesto visible en medio de sus
compañeros.
Aproximadamente a eso de las cuatro de la tarde,
después de un intenso combate cuando ya parecía agotarse la fuerza y la
voluntad de los defensores, se ve una columna de caballería que se acerca por
el oeste, por el camino de Valencia-San Mateo y arremete la retaguardia de las
tropas de Morales. Es Campo Elías, el Vencedor de Mosquiteros y Vengador de los
caídos en “La Puerta”, que desde “La Cabrera”, aproximadamente a unos 40Km de
distancia con dos escuadrones de caballería, unos doscientos (200) jinetes al
mando de Manuel Cedeño y de los hermanos Juan y Francisco Padrón, y doscientos
veinte (220) infantes, al mando del Tte. Coronel José María Ortega y el Capitán
Antonio Ricaurte acuden en apoyo de los Republicanos. Ribas aprovecha la
confusión causada por la inesperada llegada de auxilio y ordena un ataque, al
mando del Mayor Mariano Montilla. Cien Lanceros y cincuenta cazadores salen de
las posiciones defensivas y abren una brecha en las filas de los atacantes por
donde pueden ingresar al baluarte las tropas de Campo Elías. Reorganizadas sus
fuerzas en la plaza mayor, Ribas ordena una ofensiva general, Morales, sin
saber el número de fuerzas que lo atacan y si en camino viene una fuerza
adicional, pierde su capacidad de respuesta y aprovechando la caída del sol se
retira en desbandada hacia las alturas de El Pantanero, siendo perseguido por
Mariano Montilla y Vicente Campo Elías, mientras Boves con la reserva se
aproxima por la vía que viene de Villa de Cura.
La batalla termina con los republicanos en control de
la plaza y las fuerzas de Morales dispersas por los montes de El Pantanero. Al
día siguiente con la llegada de Boves, al mando de la reserva, los enemigos de
la república intentarían retomar la iniciativa del combate, siendo esta
iniciativa frustrada por un destacamento al mando del coronel Campo Elías que
derrotó y dispersó las tropas al mando de Boves, que se ve obligado a
replegarse nuevamente a Villa de Cura. En esta acción murió el Ciudadano
Rudecindo Canelón, capitán del batallón Valerosos Cazadores, quien sufrió
prisión en Puerto Rico y Coro tras la caída de la Primera República y quien se
había vestido de gloria en la batalla de Araure.
Las pérdidas de los republicanos fueron cuantiosas, en
su parte oficial el General José Feliz Ribas señala “…por nuestra parte hemos
perdido como 100 hombres y cerca de cuatrocientos heridos; entre los primeros
tenemos que llorar la muerte del intrépido Comandante de Soberbios Dragones de
Caracas C.L. María Rivas Dávila; el teniente de caballería C. Ron…”de igual
manera señala que a él le habían matado 2 caballos bajo las piernas pero que no
había resultado herido”, por último cabe señalar que el parte afirma que no se
tomaron prisioneros “porque nuestra tropa no da quartel (sic)…”
Sobre la muerte del Coronel, Comandante de los
Soberbios Dragones de Caracas, Luis María Rivas Dávila, quien no era militar de
oficio sino abogado oriundo de Mérida, y quien se había unido a las tropas
libertadoras durante la campaña admirable a su paso por dicha ciudad, quien se
había distinguido en el combate de Cerritos Blancos en las afueras de
Barquisimeto, protegiendo la retirada de las tropas republicanas, así como en
la Batalla de Araure; señala la historia, que al extraerle la bala de fusil,
que a la postre acabaría con su vida tomándola en mano dijo: “Llevadla a mi esposa y decidle que la
conserve y se acuerde que a ella debo el momento más glorioso de mi vida, aquel
en que he perecido defendiendo la causa de mi suelo”. Su último aliento fue
exclamar: “Muero contento. ¡Viva la República!”
Desde el punto de vista táctico debemos señalar que el
General Ribas utilizó sus fuerzas de la manera más ventajosa de acuerdo a las
circunstancias y el terreno en el cual se enfrentaba al enemigo. Al colocar sus
fuerzas, en su mayoría infantería inexperta, dentro de una posición defensiva,
en una plaza fortificada, neutralizó las ventajas de movilidad y fuerza de
choque que le brindaba la caballería al Coronel Morales. La conformación de las
calles que conducían a la plaza en la que organizó Ribas su defensa brindaban a
los defensores una gran ventaja al permitirles tanto a la infantería como a la
artillería, establecer claros y determinados campos de tiro por la vías de
penetración que necesariamente debía utilizar el enemigo para su aproximación y
ataque. Por su parte, el Coronel Morales ha debido frente a la posición
defensiva recomponer su fuerza lanzando ataques en los que predominase la infantería
y utilizando la caballería para evitar la llegada de refuerzos que lo pudiesen
atacar por la retaguardia.
Si bien la batalla de La Victoria no constituyó un
encuentro definitorio en la guerra de independencia, desde el punto de vista
estratégico fue de suma relevancia ya que permitió mantener la comunicación
entre Valencia, donde estaba ubicado el cuartel general, y Caracas, asiento del
gobierno republicano, evitando la unión de Morales y Rosete sobre esta última
ciudad, lo cual hubiese llevado a la derrota de los republicanos.
Este episodio de la guerra de independencia ha pasado a
la historia venezolana como un hito importante por el compromiso de los jóvenes
estudiantes de la universidad y el seminario de Caracas, que sin ser hombres de
armas no dudaron en empuñarlas, y en ofrendar sus vidas en la defensa de la
causa independentista.
En conmemoración de
la Batalla de la Victoria y en honor de los jóvenes que en ella lucharon, el 10
de febrero de 1947, la Asamblea Nacional Constituyente decretó que se celebrase
el doce de febrero de cada año el Día de La Juventud en Venezuela “en
reconocimiento a los servicios hechos a la república por los jóvenes”.
Plaza Jose Félix Ribas, La Victoria, Venezuela
Escrito por Carlos A. Godoy L. En conmemoración del 200 aniversario de La Batalla de La Victoria. Caracas, Venezuela. Enero 2014.
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