Wednesday, 12 February 2014

200a Aniversario de la "Batalla de La Victoria", 12 de febrero de 1813



 
La Batalla
Al despuntar el sol el 12 de febrero de 1813, a eso de las 7:00 de la mañana, las avanzadas republicanas ubicadas en El Pantanero divisan a las fuerzas de Morales que se aproximan por el sur y el oeste del pueblo, el primer contacto entre las avanzadas se da una hora después. Rápidamente las fuerzas de Morales obligan al repliegue de los defensores y toman el control de las posiciones en torno al río Aragua y las alturas de El Calvario y El Pantanero, los republicanos se retiran dentro del perímetro defensivo que han construido en torno a las edificaciones del poblado, con epicentro en la plaza mayor.

 El historiador Venezolano Héctor Bencomo Barrios, describe en su obra El General en Jefe José Félix Ribas la batalla en estos términos:

La magnífica barrera de fuegos de artillería y fusilería, unida a los obstáculos existentes, habían hecho de la plaza mayor un verdadero baluarte. Nueve veces cargó la caballería enemiga y otras tantas fue rechazada con energía, porque la posición era prácticamente intomable por fuerzas de caballería. Morales, enceguecido por su ignorancia táctica y por su sed de sangre no podía darse cuenta y con obstinación trataba de arrollar a los republicanos…


Por su parte, Edgar Esteves Gonzales, en su obra Batallas de Venezuela 1810-1824 la describe de la siguiente manera:


Los infantes buscan protegerse detrás de cualquier parapeto que encuentren, tratando de contener las cargas de caballería que se suceden como oleadas incesantes, una tras otra, sin dar descanso a los republicanos. Los efectivos de Morales atacan una y otra vez con terquedad mientras los imberbes defensores van cayendo uno a uno…

Juan Vicente González, en su biografía del General José Félix Ribas, publicada en La Revista Literaria, en 1865, nos narra, citando a la Gaceta de Caracas número 42, que:


…nueve veces volvió a la carga Morales, rechazado nueve veces; comenzó la lucha a las ocho de la mañana, y se luchó a los alrededores de la población, y se luchó en las calles, adonde penetraron al fin las hordas enemigas; y se peleó desde la plaza, donde reconcentró el formidable jefe, incierto de Socorro, seguro de sí y confiado en su fortuna. A caballo en medio de sus soldados, los alienta e impele; él se halla en todos los puntos; detiene y fatiga las fuerzas enemigas. Hubo en su ojo, en su palabra, una centella que brilló en aquellos momentos sombríos; su mirada esforzaba a los corazones. Tres veces cae a sus pies el caballo que monta; mil rayos se cruzan al derredor del plumaje que sombrea su cabeza, blanco de todos los tiros, heroicamente apuesto visible en medio de sus compañeros.

Aproximadamente a eso de las cuatro de la tarde, después de un intenso combate cuando ya parecía agotarse la fuerza y la voluntad de los defensores, se ve una columna de caballería que se acerca por el oeste, por el camino de Valencia-San Mateo y arremete la retaguardia de las tropas de Morales. Es Campo Elías, el Vencedor de Mosquiteros y Vengador de los caídos en “La Puerta”, que desde “La Cabrera”, aproximadamente a unos 40Km de distancia con dos escuadrones de caballería, unos doscientos (200) jinetes al mando de Manuel Cedeño y de los hermanos Juan y Francisco Padrón, y doscientos veinte (220) infantes, al mando del Tte. Coronel José María Ortega y el Capitán Antonio Ricaurte acuden en apoyo de los Republicanos. Ribas aprovecha la confusión causada por la inesperada llegada de auxilio y ordena un ataque, al mando del Mayor Mariano Montilla. Cien Lanceros y cincuenta cazadores salen de las posiciones defensivas y abren una brecha en las filas de los atacantes por donde pueden ingresar al baluarte las tropas de Campo Elías. Reorganizadas sus fuerzas en la plaza mayor, Ribas ordena una ofensiva general, Morales, sin saber el número de fuerzas que lo atacan y si en camino viene una fuerza adicional, pierde su capacidad de respuesta y aprovechando la caída del sol se retira en desbandada hacia las alturas de El Pantanero, siendo perseguido por Mariano Montilla y Vicente Campo Elías, mientras Boves con la reserva se aproxima por la vía que viene de Villa de Cura.

La batalla termina con los republicanos en control de la plaza y las fuerzas de Morales dispersas por los montes de El Pantanero. Al día siguiente con la llegada de Boves, al mando de la reserva, los enemigos de la república intentarían retomar la iniciativa del combate, siendo esta iniciativa frustrada por un destacamento al mando del coronel Campo Elías que derrotó y dispersó las tropas al mando de Boves, que se ve obligado a replegarse nuevamente a Villa de Cura. En esta acción murió el Ciudadano Rudecindo Canelón, capitán del batallón Valerosos Cazadores, quien sufrió prisión en Puerto Rico y Coro tras la caída de la Primera República y quien se había vestido de gloria en la batalla de Araure.

Las pérdidas de los republicanos fueron cuantiosas, en su parte oficial el General José Feliz Ribas señala “…por nuestra parte hemos perdido como 100 hombres y cerca de cuatrocientos heridos; entre los primeros tenemos que llorar la muerte del intrépido Comandante de Soberbios Dragones de Caracas C.L. María Rivas Dávila; el teniente de caballería C. Ron…”de igual manera señala que a él le habían matado 2 caballos bajo las piernas pero que no había resultado herido”, por último cabe señalar que el parte afirma que no se tomaron prisioneros “porque nuestra tropa no da quartel (sic)…”

Sobre la muerte del Coronel, Comandante de los Soberbios Dragones de Caracas, Luis María Rivas Dávila, quien no era militar de oficio sino abogado oriundo de Mérida, y quien se había unido a las tropas libertadoras durante la campaña admirable a su paso por dicha ciudad, quien se había distinguido en el combate de Cerritos Blancos en las afueras de Barquisimeto, protegiendo la retirada de las tropas republicanas, así como en la Batalla de Araure; señala la historia, que al extraerle la bala de fusil, que a la postre acabaría con su vida tomándola en mano dijo: “Llevadla a mi esposa y decidle que la conserve y se acuerde que a ella debo el momento más glorioso de mi vida, aquel en que he perecido defendiendo la causa de mi suelo”. Su último aliento fue exclamar: “Muero contento. ¡Viva la República!”

Desde el punto de vista táctico debemos señalar que el General Ribas utilizó sus fuerzas de la manera más ventajosa de acuerdo a las circunstancias y el terreno en el cual se enfrentaba al enemigo. Al colocar sus fuerzas, en su mayoría infantería inexperta, dentro de una posición defensiva, en una plaza fortificada, neutralizó las ventajas de movilidad y fuerza de choque que le brindaba la caballería al Coronel Morales. La conformación de las calles que conducían a la plaza en la que organizó Ribas su defensa brindaban a los defensores una gran ventaja al permitirles tanto a la infantería como a la artillería, establecer claros y determinados campos de tiro por la vías de penetración que necesariamente debía utilizar el enemigo para su aproximación y ataque. Por su parte, el Coronel Morales ha debido frente a la posición defensiva recomponer su fuerza lanzando ataques en los que predominase la infantería y utilizando la caballería para evitar la llegada de refuerzos que lo pudiesen atacar por la retaguardia.

Si bien la batalla de La Victoria no constituyó un encuentro definitorio en la guerra de independencia, desde el punto de vista estratégico fue de suma relevancia ya que permitió mantener la comunicación entre Valencia, donde estaba ubicado el cuartel general, y Caracas, asiento del gobierno republicano, evitando la unión de Morales y Rosete sobre esta última ciudad, lo cual hubiese llevado a la derrota de los republicanos.

Este episodio de la guerra de independencia ha pasado a la historia venezolana como un hito importante por el compromiso de los jóvenes estudiantes de la universidad y el seminario de Caracas, que sin ser hombres de armas no dudaron en empuñarlas, y en ofrendar sus vidas en la defensa de la causa independentista.

En conmemoración de la Batalla de la Victoria y en honor de los jóvenes que en ella lucharon, el 10 de febrero de 1947, la Asamblea Nacional Constituyente decretó que se celebrase el doce de febrero de cada año el Día de La Juventud en Venezuela “en reconocimiento a los servicios hechos a la república por los jóvenes”.
 

 Plaza Jose Félix Ribas, La Victoria, Venezuela


Escrito por Carlos A. Godoy L. En conmemoración del 200 aniversario de La Batalla de La Victoria. Caracas, Venezuela. Enero 2014.

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